HUMAN OFF ON
Internet ha potenciado en nosotros
cierta insensibilidad, una especie de anestesia vital que ha trasladado la
emocionalidad al ámbito digital. En nuestra vida offline nos hemos vuelto más
insensibles, mientras que, en nuestra vida online, somos capaces de demostrar
todo aquello que anulamos en el espacio o en el mundo físico. Internet ha
abierto un espacio de valentía en donde la gente es capaz de decir todo lo que
en el espacio offline callaba. Internet ha abierto un canal de comunicación en
donde resulta mucho más fácil compartir las emociones que en el espacio físico,
en donde los comentarios, los likes, los nuevos amigos, los fans, los “pins” y
los “retuis” generan alegría y emoción. Nos hemos vuelto insensibles en el
mundo tangible, donde miramos sin ver y donde mil muertos son sólo una
anécdota. Un mundo en el que lo relevante es ahora ser relevante, y donde
importa más ser importante que hacer cosas que importan. Lo digital está
indudablemente cambiando nuestra forma de relacionarnos con el mundo y también
con los demás.
Y es tan profundo el impacto de tal
cambio que somos insensibles para reconocerlo. Se nos acorta la memoria, se consume
el tiempo con más rapidez que nunca y la ansiedad se extiende con tanta
velocidad como lo hace la depresión. La historia no tendría que ser así, porque
los hombres somos libres para transformar nuestra propia historia, y éste
debería ser nuestro primer compromiso.
Cuando parece que todo el legado
espiritual de la humanidad se puede archivar en la memoria de un Smartphone,
reaparece, sin embargo, el interés por lo humano, para desafiar este presente y
repensar nuestro futuro, transformando lo efímero en trascendente, y con la
intención de que el testamento emocional que dejemos a las generaciones
venideras no tenga que verse ni sentirse sólo a través de las pantallas, sino
también en la piel.
Estamos aquí para cambiar las
cosas. No lo sabemos, no nos lo dicen, pero para eso hemos venido al mundo.
Cambiar el mundo, empieza por cada uno, si no nos cambiamos a nosotros mismos,
resulta imposible encarar tal desafío, que no es otro que el reto de vivir para
transformarnos y trasformar así nuestro mundo. Erick Fromm dijo: “Vivir es
nacer a cada instante”; por eso es tiempo de cambiar algunas cosas, y no habrá
otro tiempo mejor que éste para hacerlo.
Los libros intentan aportar nuevas
reflexiones a dudas y preguntas en una época en que la confusión es tan “clara”
que la gente busca claridad en las palabras. Cansados de los mensajes vacíos,
todos buscan palabras que los despierten, les quiten la anestesia y les empujen
a la acción. ¿Te has preguntado alguna vez cuántos libros te han enfrentado a
nuevos desafíos?, ¿cuántos te han generado nuevas preguntas? Y ¿cuántos,
parafraseando a Kafka, han sido una hacha que rompa el mar de hielo que llevas
dentro?.